Querida Frida:
Si en mi niñez me hubieran advertido que leer sobre tu vida tendría semejante impacto sobre mi, posiblemente no lo hubiese creído, y ahora estoy aquí escribiendote una carta. Siempre fui una mujer luchadora, siempre me inspiraste, pero no fue hasta este momento que realmente se hizo necesario luchar para mi. Me despojaron de todo, hasta de mi propio nombre. No me queda más que los recuerdos que siento que de que poco también se van. Mi nombre es June, June Osborne y soy una de las tantas mujeres que secuestró el nuevo régimen. Me sacaron de mi hogar, se llevaron a mi hija, y me pusieron a trabajar como criada, ya que soy una de las pocas mujeres que aún son fértiles. Ya ni recuerdo como se sentía vivir mi vida antes que todo esto se fuera al carajo. Puedo tener pocos momentos de lucidez de aquella época en donde ser mujer aún valía a pesar de la lucha constante que debíamos dar para que nosotras y nuestras hermanas pudieran tener paz. Hoy veo todo tan perdido que ni fuerza me queda. Frida donde quiera que estés te pido que vengas y te unas a mi, que de mís heridas surja la misma fuerza que te impulsó a vos a seguir. Acá en la colonia todo está muy mal, y nuestras hermanas están perdiendo la pelea, se están dejando someter y no las culpo. No podemos hablar entre nosotras, no nos dejan. No vigilan constantemente. Nos cazaron, nos pusieron un nombre como una etiqueta en un producto recién envasado y nos ofrecieron al mejor postor. Cuanto más fértil más valiosa. Y así de mano en mano nos vamos apagando, nos vamos distanciando de nosotras mismas, de las demás. Entonces te pido que vengas, que no tardes, "el tiempo es oro" y necesitamos de vos , que nos des la fuerza que no tenemos, la que vos si supiste tener en tu peor momento. Necesitamos recordar cómo eramos para volver a luchar, a retratarnos tal como vos lo hiciste, para acordarnos de quiénes somos, que tenemos un nombre, que no somos solo un cuerpo, que nuestros derechos si valen. Usamos tus fotos, en la última revuelta nos escapamos y te retratamos, haciendo de eso un grito de guerra, de hartazgo, de lucha. Veni, no tardes, cada vez somos menos y el sometimiento se nos hace piel y el veneno abandona nuestras venas y nos quedamos quietas y no hablamos por que nos callaron como sentencia a muerte. Nos quitaron la voz, y ya no decidimos, ya no disponemos ni de nuestros propios cuerpos. Así que por favor veni a irrumpir en cada casa, y habla con cada criada, llega a ellas para poder despertar en cada una un poco de esperanza y por que todavía creo en lo que mi madre me dijo, "no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista", nosotras podemos pero necesitamos un último grito de esperanza. Te propongo que nos encontremos en el mercado central, si entras vestida como nosotras es el momento justo para escabullirte y pasar desapercibida frente a los guardias. Estoy segura que solo con tu presencia nos vas a saber despertar, que el hartazgo nos supere y ya no queramos esperar más para la revolución por que "el que ríe último, ríe mejor"
Margaret Atwood y El cuento de la criada> todo
ResponderBorrar